Atenas 2004, la historia de un legado olímpico desperdiciado
La suerte que ha corrido esta instalación deportiva es el símbolo de las grandes dificultades que ha tenido Grecia para gestionar el "después" de los Juegos Olímpicos de 2004.
Para el presidente del Comité Olímpico Helénico, Spyros Capralos, si hay una lección que aprender de los Juegos Olímpicos de Atenas es que las ciudades sede "no deberían intentar construir instalaciones permanentes que después no servirán para nada".
"No es un secreto para nadie que Grecia gastó mucho dinero para construir instalaciones ultramodernas. Pero, después de la construcción, ya no había más presupuesto" para asegurar la valorización y mantenimiento de las infraestructuras, explica el responsable en una entrevista a la AFP.
Según el ministerio griego de Finanzas, los Juegos Olímpicos de Atenas costaron 8.500 millones de euros. El cierre del estadio Olímpico, donde tuvieron lugar las prestigiosas pruebas de atletismo, fue ordenado el pasado mes de septiembre por el gobierno, después de que el techo en acero de 18.000 toneladas no superase las pruebas de seguridad.
Sin mantenimiento
El primer ministro Kyriakos Mitsotakis aseguró entonces que el estadio, que debería abrir antes de finales de abril, "no había sido mantenido desde hace dos décadas".
"Se lo he dicho a cada ministro de Deportes desde que asumían sus funciones, 'por favor, haced trabajos de mantenimiento'", lamenta Spyros Capralos.
Costas Cartalis, uno de los principales supervisores para el estado griego durante los trabajos de construcción de 2001 a 2004, valora que los Juegos han sido "olvidados, al igual que la obligación de utilizar los lugares". "Es un problema habitual con las infraestructuras públicas" en Grecia, precisa a la AFP.
Al ser solicitada por la AFP, la sociedad pública encargada de encontrar inversores para varias sedes olímpicas antiguas, Hellenic Public Properties, no respondió a una petición de entrevista.
Algunos establecimientos se han transformado en centros comerciales, una universidad, un campo de tiro para la policía y una oficina para la protección civil.
En la costa ateniense, en Elliniko, instalaciones deportivas en ruinas desde hace años fueron demolidas para dejar sitio a un proyecto residencial, un casino y un parque.
Veinte años después, los Juegos Olímpicos de Atenas siguen siendo recordados por retrasos importantes durante su preparación. Cambios de planificación, modificación de personal y procesos judiciales inflaron la factura final.
Y como consecuencia, la formación de futuros atletas griegos sufrió los golpes de contar con unos recursos financieros hundidos. Con los Juegos de París 2024 cada vez más cerca, varios deportistas griegos se han quejado de tener que irse a entrenar al extranjero, al no haber buenas condiciones para hacerlo en su país natal.
En algunos casos, el equipamiento para entrenar es tan obsoleto que los atletas se arriesgan a lesiones, lamenta Spyros Capralos.
Esos costosos Juegos Olímpicos también hundieron la deuda de una Grecia que sufrió seis años después del evento una profunda crisis financiera, que la obligó a recurrir a severos planes de austeridad.
"Se puede decir de forma razonable que los Juegos Olímpicos 2004 tuvieron un peso. Del 2 al 3% de la deuda podría atribuirse a los Juegos", afirmaba en 2011 Jacques Rogge, entonces presidente del Comité Olímpico Internacional (COI).
Deuda griega
"Podría haber sido organizado con un coste mucho inferior, pero como hubo retrasos, se necesitó doblar los equipos, además de trabajar de noche, lo que es más caro", explica igualmente.
Según la agencia nacional de estadísticas ELSAT, la deuda aumentó más de 71.000 millones de euros entre 2000 y 2005. Después de los Juegos y hasta 2010, aumentó todavía 145.000 millones de euros.
Sin embargo, según Costas Cartalis los Juegos tuvieron un efecto positivo en la economía.
"El aumento del turismo se debe en gran parte a la visibilidad vinculada a los Juegos Olímpicos", constata.
Según la Confederación Griega del Turismo, la llegada de turistas prácticamente dobló su cifra entre 2005 y 2017.
Pero para Costas Cartalis, de cara al futuro el COI debería buscar un modelo como el del Mundial de fútbol, en el que varios países coorganizan el evento. "Para los pequeños países, es una carga muy pesada", valora.