María Vicente se despidió de los Juegos Olímpicos de París en la primavera de este año, cuando estaba compitiendo en el World Indoor Championship. Tras haber empezado con muy buen pie en los 60 metros vallas, sufrió una dolencia al ejecutar su tercer intento en salto de altura y se vio obligada a abandonar el pabellón en camilla.
La catalana se plantó en Glasgow como la líder mundial del año (un total de 4.728 puntos, acreditados el 28 de enero en su regreso a las combinadas tras pasar por el quirófano y centrarse en la longitud y el triple salto durante el pasado verano) y se presentaba también como una clara opción de medalla en la capital francesa.
Sus lágrimas de impotencia y rabia -ya intuía que podía ser un contratiempo grave- llegaron a un buen puñado de medios de comunicación. "Quería dar las gracias a todos por los ánimos. Espero recibirlos de nuevo tras el tiempo que haga falta. Estad seguros de que volveré más fuerte", explicó entonces.
A través de su cuenta oficial de Instagram, Vicente publicó una fotografía sobre el tartán y agregó el siguiente texto: "Feliz por estar de vuelta". Si ya es un mensaje muy revelador de por sí, hay que destacar un vídeo publicado -formato stories- en el cual hace series de velocidad junto a su compañero Iker Arotzena.