Salidas así hacen afición. Lo ocurrido en el inicio del Gran Premio texano fue de lo más entretenido que hemos visto en mucho tiempo en la F1.
Salía Norris en la pole con Verstappen a su lado. De la vigilancia entre ambos se aprovechó Leclerc, que ahí ganó la carrera. Y no es exagerado decirlo. Sainz, que salía delante de su compañero, se vio perjudicado por la frenada de Norris, aunque le pudo superar, pero se encontró con los codos de Verstappen.
Al neerlandés le adelantaría muchas vueltas después con un undercut. Tarde ya para buscar la primera posición. Y en Ferrari, con un doblete en ciernes, seguro que ni se les habría ocurrido permitir la lucha entre los dos.
Antes de asegurar ese doblete, Hamilton provocó la entrada del coche de seguridad. Incómodo todo el fin de semana, perdió el control de su Mercedes en la tercera vuelta. No está siendo fácil su despedida de la marca germana. Como tampoco lo es para Fernando Alonso lidiar con un Aston Martin torpe y lento. Ni James Bond en la ficción querría conducir un coche así. De séptimo a 13º, y gracias.
Norris reacciona, pero los comisarios...
Tras guardar neumáticos para asegurarse una segunda parte de la carrera con gomas más frescas, Norris pasó al modo ataque, rodando un segundo más rápido por vuelta que Verstappen. La victoria ya era inalcanzable, como la segunda plaza, pero su objetivo era acabar por delante de Max.
Después de varias vueltas luchando al límite entre el McLaren y el Red Bull, el inglés adelantó al neerlandés desde fuera de la pista. Como había hecho Max en la salida al mismo rival. Pero los comisarios consideraron que esta última acción fue ilegal y penalizaron al aspirante con cinco segundos de sanción. Le costó la tercera plaza, que recuperó Verstappen, quien tiene ya un nuevo campeonato del mundo en sus manos.