El tiempo es una medida que, por instantes, es efímero. Veloz. Impercepticble. El reloj avanza. Los cambios llegan o, en otros casos, se estancan. De vez en cuando, esos cambios entregan un tiempo de gracia. Un periodo de adaptación. Una margen, una bendita margen en donde se encuentra la respiración.
El Atlético de Madrid no ha tenido un tiempo de gracia. No ha tenido una margen. Ni siquiera ha alcanzado a sentir un periodo de adaptación en el amanecer de la duodécima jornada de LaLiga. En el Nuevo Mirandilla, el modesto Cadiz, uno de los colistas de la competición, ejerció un golpe moral contra los colchoneros a los 30 segundos de juego
Un gol rápido de Theo Bongonda (26) superó con facilidad a Jan Oblak (29), que venía de encajar dos goles el miércoles contra el Bayer Leverkusen. Una semana negra para el portero esloveno, en conclusión.
Morata, otra baja más
En el Atlético de Madrid, un mal nunca llega solo. Los colchoneros son uno de esos equipos que están acostumbrados a luchar en varios frentes cuando se presentan los tiempos de crisis. En Cádiz, por ejemplo, minutos después de encajar el gol, el conjunto dirigido por Diego Simenoe sufrió la baja de Álvaro Morata (30).
El ariete se retiró del césped con molestias. Entristecido. Con lágrimas en los ojos. A los pocos instantes de su partida del campo, encendió las alarmas en la selección española. Luis Enrique dará a conocer la lista de 23 -o 26- convocados para el Mundial de Catar 2022 el próximo 11 de noviembre y, salvo que algo extraordinario ocurra, el ex Chelsea estará entre los elegidos.
En el lugar de Morata, ingresó Matheus Cunha (23). El brasileño fue la primera alternativa para Simeone que, una vez más, decidió dejar a Joao Felix (22) en el banquillo de suplentes. El portugués salió de fiesta al término del partido entre el Atlético de Madrid y el Bayer Leverkusen. Su actitud no gusta a la directiva colchonera y, posiblemente, saldrá del Metropolitano al cierre de la temporada.
Cunha, en escencia, no cumplió con las expectativas del Cholo. El argentino envió, en consecuencia, a Joao Felix y a Griezmann para intentar revertir la situación en la segunda parte . El resultado de los dos nuevos cambios fue el mismo. Nada. Nada por aquí. Nada por allá.
Ni el francés ni el luso inquietaron a un experimentado Ledesma que sabe como lidiar con este tipo de partidos.
El miedo es el peor aliado del tiempo. El Atlético salió a tumba abierta en la segunda parte para intentar darle la vuelta al marcador. La prisa por encontrar el gol ocasionó espacios defensivos en un equipo diesmado que, consciente de la ventaja del Real Madrid, hizo lo que pudo para recortar distancias.
Un cierre de infarto
El plan de Diego Simeone salió al revés. Álex Fernández puso el segundo del Cádiz en el minuto 81 y dejó, sin respiración, a un Atlético de Madrid que, en lugar de verse abrumado por los dos goles de ventaja, tomó fuerzas.
Así como los males llegan seguidos, los goles también suelen venir acompañados unos detrás de otros en el equipo rojiblanco. A falta de 10 minutos para el final, Luis Hernández Rodríguez envió un balón a su propia puerta y le dio vida al Atlético de Madrid.
El equipo golpeado y distante que se evidenció antes de los 80 minutos fue otro en los últimos 10. Joao Félix, el castigado, el de la fiesta después de la eliminación de la Champions, redimió sus culpas. En el minuto 89 el luso definió un gol que parecía sentenciar el 2-2.
Cuando casi todos los comentaristas firmaban el empate, Rubén Soriano, un pretoriano que entiende el significado de los suspiros profundos del tiempo añadido, sacó provecho de la tensión y de la ansiedad que exponían sus contrincantes y, con serenidad, envió otro balón a la red de Oblak en el minuto 90+9, y le puso el punto final a un partido apasionante en el Nuevo Mirandilla. Otro más de una atípica temporada que hace vibrar LaLiga.