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De la pobreza en Rosario a estrella de Osasuna: la trágica y heroica vida de Chimy Ávila

François Miguel Boudet
Chimy Ávila celebra uno de sus goles con Osasuna
Chimy Ávila celebra uno de sus goles con OsasunaProfimedia
Nacido en una modesta barriada de Rosario, Ezequiel 'Chimy' Ávila ha vivido la pobreza, la tragedia familiar y una lesión de rodilla con Osasuna en vísperas de pasar reconocimiento médico con el Barcelona. Delantero potente, es el perfecto representante del club rojillo, que sueña con ganar un título de la mano de Jagoba Arrasate. Antes del duelo contra el Real Madrid en la final de la Copa del Rey de este sábado, el retrato de un argentino que no se rinde.

La carrera de Chimy Ávila estuvo a punto de cambiar en la última semana del mercado de enero de 2020. El Barcelona buscaba activamente un delantero y había puesto sus ojos en el argentino de Osasuna, no exactamente del estilo de Lionel Messi, rosarino como él, pero sí del tipo de jugador que nunca se rinde y acumula goles.

Cedido por San Lorenzo, su paso por el Huesca fue un éxito, con un ascenso histórico a LaLiga y una primera temporada en la máxima categoría con 10 goles y 2 asistencias en 34 partidos. Aunque el club aragonés volvió a caer a Segunda, el delantero se marchó a Osasuna por 2,7 millones de euros, todo un regalo. Su llegada a Navarra fue un éxito: 9 goles y 3 asistencias en 20 partidos de liga.

Estas estadísticas interesaron a muchos clubes, empezando por el Barça, que quería fichar a un delantero para la segunda vuelta. El asunto estaba casi zanjado, a falta sólo de pasar el reconocimiento médico tras recibir al Levante en el Sadar. Pero lo que ocurrió después no fue lo que él había imaginado.

"El día antes del partido, el míster (Jagoba Arrasate) me paró en el vestuario y me preguntó qué quería hacer. Entrenador, si quiere jugar conmigo, hágalo. Porque voy a jugar como si fuera el último partido de mi vida, como siempre. Se lo debo a los aficionados y se lo debo a usted, porque creyó en mí cuando llegué con 10 kilos de más". Por desgracia para él, antes de la hora de juego, se rompió los ligamentos cruzados de la rodilla. Una anécdota que dice mucho de él.

Chimy Àvila se rompe el ligamento cruzado de la rodilla ante el Levante en 2020
Chimy Àvila se rompe el ligamento cruzado de la rodilla ante el Levante en 2020Profimedia

Acusado injustamente, trabajador pobre

Chimy Ávila nació en Empalme Graneros, una barriada de Rosario. Su juventud estuvo acompañada de todo lo que puede rodear a un chico desfavorecido, con su cóctel de violencia y drogas. Por suerte para él, su familia hizo todo lo posible por mantenerle alejado de la delincuencia en un barrio donde "es más fácil encontrar una pistola que un cura". Y luego está el fútbol, con un campo literalmente abajo: "los edificios lo rodeaban y, para entrar y salir, había que cruzarlo". Y cuando se juega, también hay que saber esquivar los cartuchos: "Tenía que regatear los balones y eso es más difícil que regatear a los defensas", ha contado a El País este hombre que lleva un Colt tatuado en el flanco derecho.

El único arma que tenía su padre, albañil, era una paleta. Su hijo le siguió para trabajar como pintor tras ser acusado por su club de formación, Tiro Federal, de robar camisetas y televisores, aunque las imágenes de las cámaras de seguridad mostraban lo contrario. Una historia que le costó dos años de carrera, entre los 18 y los 20 años, y que también le obligó a vender ropa y cajas.

"No guardamos rencor, pero no olvidamos", explicó en Panenka. "Me da rabia porque Tiro Federal recibe mucho dinero de cada uno de mis traslados. Con las lágrimas, la amargura y el hambre que me han causado mientras ellos se atiborran...".

Bebé milagroso y cuñado asesinado

Fue entonces cuando se convirtió en padre, un sueño que llegó en el peor momento posible para él y su mujer. Diez días después del nacimiento de su primera hija, Eluney, contrajo un grave virus y entró en parada respiratoria. Su mujer se quedó con la recién nacida cuando él tuvo que trabajar, coger la bicicleta y recorrer los 20 km que le separaban del hospital: "El billete de autobús costaba 2,5 euros y si lo cogíamos los dos, no quedaba nada. Fui y volví en bicicleta para que con los 2 euros que quedaban mi mujer pudiera comer".

Cuando la pareja pudo entrar en la habitación, el catre estaba vacío: "Lo destrocé todo porque me estaba volviendo loco, mi mujer lloraba. Mi hija había desaparecido. Llegó un médico para decirnos que nos calmáramos porque ella estaba bien y podía salir a la mañana siguiente. La enfermera se había olvidado de decírnoslo". Este episodio dejó en Ávila una fe inquebrantable en Dios.

El viaje de Empalme Graneros a Pamplona dura 24 horas. Pero la realidad tarda mucho más en alcanzar al matrimonio Ávila. Cinco días después de su operación de rodilla en 2020, su cuñado de 20 años, su cuñada y su sobrina fueron asesinados por pistoleros en moto. "Sólo mi mujer pudo volver. Tuvo que vestir a su sobrina de un año en el ataúd, así como a su hermano. Era como nuestro hijo. Por eso me conmueve que la gente te juzgue sin saber por lo que estás pasando. Algunos dicen que un jugador gana millones. Pero yo les daré los millones si me devuelven a mi cuñado y a mi sobrina". Como homenaje a ellos, se tatuó un búho en la garganta: "Soñé que caminaban hacia el cielo y él les acompañaba".

El goleador del pueblo

El episodio en el que se puso sin querer un retrato de Santiago Abascal porque le gustó la frase que acompañaba la foto del líder ultraderechista VOX parece irrisorio, a pesar de que Osasuna es un club con un fuerte pasado republicano en una región donde los militantes franquistas jugaron un papel clave durante la Guerra Civil (1936-1939). Si le afectaron las críticas, un gol y una disculpa a los ultras en la celebración le convirtieron rápidamente en el ídolo del Sadar, uno de los mejores estadios de España.

Siempre a tope sobre el terreno de juego, Chimy Ávila quiere representar a la gente para la que juega: "¿Cuánta gente se desvive por comprarle una entrada a su hijo para verle feliz? Quiero dar espectáculo a la gente. Una camiseta para un niño cuesta 80 o 90 euros. ¿Por qué no dar un espectáculo? Hay que ser honesto: para un jugador profesional, 100 euros no es nada, un café. Pero, ¿por qué no valorar los 100 euros que se gastan? Vivimos gracias a ellos".

Con siete goles y dos asistencias en Liga, el argentino ha contribuido notablemente a los buenos resultados de Osasuna, que está 10º, a tres puntos de los puestos europeos. Y con una final de Copa por delante, la temporada de los rojillos podría ser una de las mejores de la historia del club navarro. Aunque el sector ofensivo ha sufrido esta temporada con sólo 29 goles anotados, la perspectiva de ganar un trofeo ante el Real Madrid puede dar alas a los hombres de Arrasate, que con su entrega, humildad y rigor defensivo son un equipo temido que debe forzar su suerte para para darle a Pamplona su primera Copa del Rey de la historia.