Las finales no se juegan, se ganan. Si en ella está el Real Madrid, lo más probable es que levante el trofeo de campeón. Pocas se le resisten. Y esta de la Copa del Rey no se le iba a escapar tras nueve años de sequía. El desequilibrio de Vinicius y Rodrygo fue demasiado para un Osasuna al que no se le puede reprochar nada. Los libros de historia dirán que los de Arrasate perdieron, como les pasó en el 2005 en su otra final. Pero no se puede hablar de los rojillos como perdedores porque se levantaron del mazazo inicial, dieron espectáculo, empataron y por momentos fueron mejores. No fue suficiente y la Copa se fue al Bernabéu.
Y es que puede el fútbol ser muy cruel. 18 años esperando para estar de nuevo en una final y a los dos minutos ya vas perdiendo. Es lo que tiene el factor Vinicius y el oportunismo de Rodrygo, que te echan al traste cualquier plan que hubieras ideado. El brasileño rompió a Moncayola y también a Rubén Peña para ganar la línea de fondo y dar el pase de la muerte a su compatriota. La primera, en la frente.
El mazazo fue enorme, pero Osasuna respondió fenomenal buscando los centros laterales. Hasta cuatro testarazos consecutivos tuvo, con Budimir y Aridane planeando con peligro sobre el nido de Courtois. Mas el Madrid está acostumbrado a eso, a dar y recibir. Le gusta que el encuentro se rompa, que haya idas y vueltas porque así puede explotar las cualidades de sus puntas, especialmente las de Vinicius.
El extremo fue un tormento para un Moncayola al que se le notaba en el rostro el sufrimiento. A los 20 minutos ya tenía amarilla porque no podía con el extremo. Así que sus compañeros, ya que futbolísticamente no tenían argumentos para pararle, hicieron lo habitual, provocarle para que Vini se picara y se fuera mentalmente del encuentro. Lo conseguirían al filo del descanso, mas no duró demasiado.
Antes se las apañó para seguir creando ocasiones. La tuvo Benzema, pero Sergio Herrera le negó el gol. Después Alaba estrellaría un golpe franco en el larguero. Mientras Kroos daba una exhibición de toque y control, perdonaban los blancos, pero también Osasuna en las botas de Abde. El hispanomarroquí se plantó ante Courtois, le picó el balón... y Carvajal apareció en línea de gol para evitar el empate.
El ritmo era endiablado, las llegadas se sucedían, más en la meta rojilla, pero el marcador, para suerte de Osasuna, no se movió más. Merecían más los de Ancelotti. De ahí que Arrasate, en los vestuarios, modificara su idea y pusiera a sus hombres a presionar más arriba. Los madridistas se agobiaron, se echaron atrás y permitieron que Torró rematase desde la frontal para empatar la finalísima.
Los navarros se lo creían con todo el derecho del mundo. Estaban siendo mejores y más intensos. Y habían anulado a los de arriba. Pero el caudal ofensivo merengue es ilimitado. Le bastó a Vinicius un balón para encarar, ganar línea de fondo y dar el pase atrás. ¿Les suena? Pues fue Valverde quien disparó, rebotó en Aridane y el rechace le cayó a Rodrygo, siempre en el sitio adecuado, para batir a Herrera con clase y poner el 2-1.
Quedaban 20 minutos aún y los pamplonicas, fieles a su lema de nunca rendirse, lo siguieron intentando, pero se encontraron con el oficio, con la experiencia, y con un seguro Courtois que no iba a permitir que volvieran a perforar su portería. Y así ganó el Real Madrid, el nuevo campeón de la Copa del Rey.
Jugador Flashscore del partido: Rodrygo (Real Madrid).
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