Eurocopa 2020: una pandemia, un torneo multisede y una Italia ganadora
Tres veces en la historia no se han celebrado Mundiales o Eurocopas en el año que correspondía debido a acontecimientos extradeportivos. En 1942 y 1946, debido a la Segunda Guerra Mundial, el fútbol pasó a un segundo plano, y la racha del torneo, ahora popular, no se reanudó hasta 1950, con Brasil como anfitrión.
Y en 2020, la Eurocopa tuvo que aplazarse un año, pero no por una guerra, sino por una pandemia.
El virus llamado Covid 19 se cebó con todo el planeta y la UEFA tuvo que ceder a las exigencias sanitarias y el torneo que debía marcar el 60 aniversario del organismo continental, con 11 sedes repartidas por toda Europa, tuvo que esperar hasta 2021.
E incluso entonces, las restricciones vigentes limitaron el número de espectadores en las gradas en muchos países, y muchos aficionados no pudieron viajar con su selección nacional.
Como los casos de Covid podían producirse en cualquier momento dentro de una selección, la UEFA acordó ampliar las plantillas a 26 jugadores en lugar de los 23 habituales, una decisión que se mantuvo para la edición alemana, aunque la consideración era bien distinta, a saber, el apretado calendario de los jugadores, que les exponía a las lesiones.
Una Italia contradictoria
La decisión de la UEFA fue ampliamente aceptada por Roberto Mancini, que utilizó a 25 de sus 26 jugadores en siete partidos de la Eurocopa, y sólo el guardameta Alex Meret se quedó sin jugar, mientras que el suplente Salvatore Sirigu dispuso de dos minutos en el último encuentro de la liguilla, contra Gales (1-0).
En ese momento, la clasificación ya estaba asegurada, pues los Azzurri también habían ganado a Turquía (3-0) y a Suiza (3-0) en sus dos partidos anteriores.
Pero a pesar del buen juego desplegado en el grupo, Italia no era considerada gran favorita al título. Los transalpinos se habían quedado fuera del Mundial de Rusia 2018 y, como se vería más tarde, no estarían presentes en el torneo de Catar cuatro años después.
Pero entre esos dos fracasos monumentales, la Italia de Mancini se las arregló de alguna manera para ganar un título europeo, 53 años después de su anterior éxito continental, el período más largo entre trofeos para cualquier equipo nacional que se haya convertido en campeón al menos dos veces.
Vuelve a casa
Una reñida victoria sobre Austria en octavos de final (2-1 en la prórroga), un triunfo trabajado por 2-1 sobre Bélgica en cuartos y una dramática semifinal contra España (1-1, 4-2 en los penaltis) situarían inesperadamente a la Squadra Azzurra en posición de disputarle el título a Inglaterra.
Los Three Lions tenían la ventaja de jugar en casa, ya que la UEFA decidió que el festival europeo de fútbol de aquel año de aniversario culminaría con un acto final en el estadio londinense de Wembley.
Los aficionados ingleses estaban extasiados tras la clasificación de su equipo para la final, y la frase "It's coming home" estaba en boca de todos, aludiendo al hecho de que el trofeo llegaría por fin al país que dio el fútbol al mundo.
Tan grande era el deseo de los aficionados de presenciar tal éxito que los alrededores de Wembley fueron testigos de momentos caóticos tanto antes, cuando se asaltaron las puertas del estadio, como después, cuando los seguidores ingleses descargaron su ira tras una final perdida.
Una final prudente
No pudo haber un comienzo más favorable para Inglaterra si el propio seleccionador Gareth Southgate hubiera escrito el guión, ya que Luke Shaw logró abrir el marcador en el minuto 2 ante un público que estalló de alegría
Pero entonces llegó el contratiempo. Harry Kane pasó a ser más un centrocampista de contención y no el temido goleador, mientras Southgate intentaba mantener la portería a cero con la esperanza de que un gol bastara para ganar el codiciado trofeo.
Fue en la práctica una adopción del catenaccio, en la que un equipo tan acostumbrado a atacar como el de Inglaterra acabaría demostrando sus limitaciones. El veterano defensa Bonucci logró restablecer la igualdad tras un saque de esquina en el que la defensa local, por lo demás bastante bien organizada, había cometido un error (67').
Sin más grandes ocasiones hasta el final de los 90 y luego de los 120 minutos, la final se decidiría en los penales.
¡Llega Roma!
Inglaterra no tiene una gran relación con la lotería de los penaltis.
Hasta el Mundial de 2018, los ingleses habían participado en cuatro series de este tipo. Perdieron en 2006 contra Portugal en cuartos, en 1998 contra Argentina en octavos y en 1990 contra Alemania en semifinales, antes de ganar a Colombia en octavos de 2018.
En la Eurocopa, el balance es similar. Cayeron ante Italia en cuartos de final de la Eurocopa 2012, fueron eliminados por Portugal en cuartos de final de la Eurocopa 2004 y fueron derrotados por Alemania en semifinales de la Eurocopa 96.
Su única victoria en la tanda de penaltis en una Eurocopa se produjo en los cuartos de final de la Eurocopa 96 contra España.
Italia tampoco era una experta. Había perdido en la tanda de penaltis los Mundiales de 1990, 1994 y 1998, así como las Eurocopas de 1980, 2008 y 2016. Salvo que en la final de Wembley tuvieron la suerte de enfrentarse a un equipo más débil que ellos en ese aspecto, ya que una Inglaterra que llega a los penaltis implica que sea derrotada tres de cada cuatro veces.
Probablemente, dos penaltis fallados por Italia podrían haberles costado el título contra cualquier otro equipo, pero Inglaterra falló tres, Donnarumma se convirtió en el héroe nacional y los aficionados italianos pudieron finalmente pronunciar la frase: "¡Viene a Roma!".
La Squadra Azzurra se convirtió así en el primer equipo de la historia en ganar dos partidos en la tanda de penales en una misma fase final de la Eurocopa, tras haber derrotado a España de forma similar.
Equipo del Torneo
Portero: Gianluigi Donnarumma (Italia)
Laterales: Kyle Walker (Inglaterra), Leonardo Bonucci (Italia), Harry Maguire (Inglaterra) y Leonardo Spinazzola (Italia).
Centrocampistas: Pierre-Emile Højbjerg (Dinamarca), Jorginho (Italia) y Pedri (España).
Delanteros: Federico Chiesa (Italia), Romelu Lukaku (Bélgica) y Raheem Sterling (Inglaterra).