Los escoceses, luchadores, sabían a lo que venían. Tenían claro que España iba a dominar el balón y ellos tenían muy bien estudiado su planteamiento. Esperar atrás, todos bien juntos y a tratar de recuperar balones para buscar el contragolpe. La selección, espesa, no supo encontrar un antídoto para ese equipo compacto que apenas presentaba fisuras.
El escocés Doak fue un incordio para la defensa española. Un disparo suyo dentro del área lo despejó Cuñat, el portero cedido por el Levante al Amorebieta. El mismo protagonista tuvo otra desde fuera del área y varias internadas de peligro. España, inoperante, apenas generó ocasiones durante unos primeros 45 minutos bastante aburridos.
El descanso sentó bien a la selección. Tras unos minutos de tanteo, la Rojita reaccionó y empezó a asediar la portería de Slicker, el portero escocés. Las ocasiones se sucedieron sin cesar. Un remate de Pablo Torre dio en el palo, otro de Novoa en el larguero, Ilias Akhomach también lo intentó en dos ocasiones, pero el gol no llegaba. Cuando muchos espectadores pensaban que se irían a casa sin ver un gol de su equipo, llegó la gran alegría. Un córner botado por Pablo Torre en el minuto 82 lo remató de cabeza, de forma espectacular, Beñat Turrientes, jugador de la Real Sociedad. Por fin caía el muro escocés.
Alguna internada de los británicos en los minutos finales crearon cierta inquietud en la defensa española pero los nuestros supieron mantener la victoria hasta el final. Estas victorias sufridas saben incluso mejor. El solitario gol de Turrientes deja a España líder de su grupo y va calentando motores para los Juegos Olímpicos de París, el gran objetivo de esta generación.