La segunda etapa de Joan Laporta va en todas direcciones
A Joan Laporta le gustan los entrenadores alemanes. Él, el abogado independentista que durante la triunfal era Guardiola hizo izar una pancarta a la gloria de la nación catalana, siempre ha soñado con ver a Hansi Flick, Julian Nagelsmann o Thomas Tuchel en el banquillo barcelonista en detrimento de Xavi Hernández, ídolo absoluto del club. Sin embargo, el presidente, de nuevo a favor tras la moción de censura que acabó con Josep María Bartomeu en 2021, aprobó la permanencia del ex centrocampista una temporada más... antes de cambiar de opinión.
El pasado viernes, el club blaugrana echó a la leyenda y el miércoles dio la bienvenida oficial a Hansi Flick, el hombre que infligió un histórico 8-2 al Barça cuando entrenaba al Bayern en la Final a 8 de Lisboa en 2020. Es la última vuelta de tuerca y una prueba más de que el mandato de Laporta va en todas direcciones. Xavi tuvo la gran desgracia de explicar en rueda de prensa lo que todo el mundo sabe: el Barça no puede competir con el Real Madrid tal y como están las cosas.
Las palabras de Xavi bastaron para reavivar una polémica alimentada por sus adversarios internos. Las filtraciones son instantáneas y están alimentadas por jugadores de fuera que han estado en el Barça o sueñan con estar allí, y que son recibidos con los brazos abiertos por los medios catalanes. Es el caso, por ejemplo, de Joan Gaspart, un ex presidente cuyo recuerdo estremece a cualquier aficionado.
Xavi se va como un señor
El regreso de Laporta al timón del Barça se ha convertido en un absurdo. Durante su campaña, se había burlado de Víctor Font, su principal rival, que había situado a Xavi en el centro de su proyecto deportivo pero que finalmente le había llamado como último recurso mientras Ronald Koeman se hundía.
El ya ex entrenador blaugrana hizo gala de una rara nobleza al renunciar a una indemnización por despido de entre 10 y 12 millones de euros, prueba de que siempre ha puesto al club por encima de sí mismo, a diferencia, por ejemplo, de su predecesor Koeman, mucho más defendido en la prensa local que el terrassense pese a su pésimo nivel de juego, y que no renunció a su cheque cuando fue despedido.
Sin este gesto económico, ¿habría podido Laporta despedir a Xavi? Probablemente no. En resumen, para cambiar de opinión una vez más, el presidente tuvo que apoyarse en... el hombre al que despidió de forma muy irrespetuosa.
Laporta no fue elegido por su programa, sino por su pasado. Entró muy tarde en campaña y la nostalgia hizo el resto, sobre todo entre los jóvenes socios. Pero el Barça de entonces y el Barça de 2024 no se parecen en nada: hay menos dinero en las arcas. La fuerza de Jan, como se le conoce en Cataluña, era que se rodeaba muy bien. Pero todos los cerebros que encontraron las famosas palancas se han ido en los últimos meses, ya que la situación se está volviendo insostenible. El último rumor es el posible regreso de Mateu Alemany, que se marchó al final de la temporada pasada y fue clave en el rescate financiero del club junto a Ferran Reverter, que dimitirá en enero de 2022.
Los lobos vuelven al redil
En definitiva, Laporta navega a vista y, al mismo tiempo, los 'superagentes' han recuperado su sitio en la mesa presidencial. Cercano a Jorge Mendes y pese a su falta de experiencia, Deco se ha convertido en director deportivo, lo que ha facilitado la llegada de Joao Cancelo y de un tal Joao Félix, que sigue siendo tan irregular como siempre y que finalmente se sentó en el banquillo un año después de que el ex centrocampista recuperara a Raphinha... como agente. Pini Zahavi, el 'hermano' como llamaban al propio Laporta cuando presentaron a Robert Lewandowski, acaba de cerrar el fichaje de Flick.
Más increíble aún: André Cury ha vuelto a la carga para vender a Vitor Roque ( 30 millones de euros + 30 millones en posibles primas), un fichaje 'a imitación' de Vinicius Jr, Rodrygo y Endrick en el Real Madrid pero que Xavi no quiso. El historial del brasileño habla por sí solo: artífice del traspaso de Keirrison por 14 millones de euros en 2009, durante la última temporada del primer mandato de Laporta, y figura clave en la llegada de Neymar durante la presidencia de Sandro Rosell, el brasileño fue responsable de una serie de fichajes fallidos hasta el final de la era Bartomeu: Emerson Royal, Matheus Pereira, Matheus Fernandes, Igor Gomes, Gustavo Maia, Marlon Santos y Douglas Pereira por unos 41 millones de euros, sin olvidar las cesiones de Robert Gonçalves y Vitinho, y los 'chivatazos' para fichar a Yerry Mina, Arthur Melo, Philippe Coutinho y Paulinho.
¿Qué pasará después?
La entrega del nuevo Camp Nou, inicialmente a medio aforo (unas 50.000 personas) para el próximo mes de noviembre (en el mejor de los casos, pero aún falta mucho), es esencial si queremos ganar dinero con los ingresos del día del partido. Además, la tienda del club es la que más cobra Nike en el mundo, y el museo del club es uno de los más concurridos de la ciudad, como para hacer desmayarse al mismísimo Antoni Gaudí. ¿Será esto suficiente para revivir al Barça, que tiene una deuda neta de 553 millones de euros según el cálculo del Fair Play Financiero publicado en junio de 2023 (sin incluir el estadio)?
Aunque la masa salarial ha vuelto a un nivel aceptable, el club todavía debe atrasos a Lionel Messi, Sergio Busquets y Jordi Alba. Con el mercado de fichajes más especulativo que nunca, la presencia de Xavi podría ayudar a atraer a nuevos jugadores, como ocurrió con Jules Koundé e Ilkay Gündogan. ¿Sucederá lo mismo con Flick? A Laporta aún le quedan dos años de mandato y nadie puede predecir cómo acabarán las cosas. Incluso podría surgir una moción de censura en las próximas semanas, y aunque actualmente tiene pocas posibilidades de prosperar, las cosas podrían cambiar muy rápidamente si el nuevo entrenador no consigue ganar el título de Liga y alcanzar las semifinales de la Liga de Campeones.