Ilkay Gündogan se marchó al Manchester City un año después de llegar al Barcelona, y aunque las relaciones con Hansi Flick desde su breve etapa al frente de la selección alemana han sido tensas, el motivo parece ser principalmente deportivo, aunque a Joan Laporta no le disgustó la marcha de un jugador muy bien pagado. El nuevo técnico blaugrana ha potenciado a los dos jugadores de Marc, Casadó y Bernal.
Pero es el más joven, Marc Bernal, de 17 años, el que ya parece hacerse un hueco en el centro del campo del Barça. Titular contra el Valencia y luego contra el Athletic, el adolescente no es tan popular como Lamine Yamal y Pau Cubarsí, pero ha tenido dos primeras salidas muy interesantes contra algunos de los grandes de la Liga. El 12 de agosto, en la derrota del Barça contra el Mónaco en el Trofeo Gamper, Lamine Camara se le adelantó tras un saque en corto de Marc-André ter Stegen.
Avalado por Guardiola
En Mestalla, acompañado por Casadó, sólo erró tres pases en 71 minutos y no perdió un solo balón. En Montjuïc, esta vez solo ante la defensa, hizo 51/53 en 83 minutos y perdió dos balones. Estadísticas alentadoras para un jugador que se parece a Sergio Busquets por su altura (1,91 m), y que ya ha sido objeto de una encuesta en Marca para confirmar la filiación...
Bernal aún tiene un largo camino por recorrer para alcanzar la altura del que ha sido una figura clave en su club durante los últimos 15 años. Pero haber llamado la atención de Flick, que ha visto a otros en el Bayern, es llamar la atención. Con Gavi aún recuperándose de su lesión de rodilla y Frenkie de Jong lesionado de nuevo, la llegada de Bernal a la jerarquía añade competencia a un sector ultracompetitivo. El objetivo de Flick es encontrar el mejor complemento para Pedri. El sistema inicial se asemeja a un doble pivote (esto se ve claramente en las fichas de posición media de los jugadores), pero el canario debe seguir teniendo libertad de movimientos, lo que significa jugar con un 4-3-3 en la fase ofensiva.
Las giras al otro lado del Atlántico son agotadoras para los jugadores y lucrativas para los clubes, pero también permiten a los jóvenes destacar mientras las estrellas están de vacaciones o se utilizan poco. En 2023, Fermín López evitó un traspaso a Polonia y se proclamó campeón de Europa y campeón olímpico en rápida sucesión al final de la temporada. En 2024, fue Bernal quien se benefició de los partidos en Estados Unidos. "Bernal estuvo extraordinario, cómo controla, cómo juega": estos elogios no los firmó cualquiera, ya que vinieron de Pep Guardiola tras el Barça-City del 31 de julio (2-2, 4-1), un hombre que sabe un par de cosas del oficio.
Tras la victoria del sábado ante el Athletic, Flick también hizo un balance positivo del debut de Bernal al más alto nivel, después de sólo un año en el Barça Atlètic, de Tercera División: "Su edad no importa. Lleva jugando muy bien desde la pretemporada y hoy era muy importante tenerlo como pivote. Aporta cosas que necesitamos". De momento, ha destacado un aspecto a mejorar, sobre todo por su envergadura: sus dificultades en los duelos aéreos: no ganó ninguno, ni contra el Valencia (0/1) ni contra el Athletic (0/4). Todavía tiene que crecer físicamente, aunque su volumen de juego y madurez ya son asombrosos para un jugador tan joven.
La prensa deportiva catalana no ha tardado en subirse al carro, detallando minuciosamente todas las hazañas del manresano desde su llegada a la Masía hace apenas 10 años. En fútbol 7, ha jugado 153 partidos y ha marcado 243 goles, una media de 1,58 por encuentro. A medida que fue creciendo, el ratio lógicamente bajó. En fútbol 11, jugó 133 partidos y marcó 37 goles (0,27 por partido). Con Rafa Márquez, disputó 31 partidos en 35 encuentros, marcando 2 goles.
Ante el Valencia, Casadó tuvo más presencia ofensiva, con 3 intentos a puerta, uno de los cuales pudo convertirse en gol de no ser por una intervención en el último suspiro sobre la línea. Pero es precisamente por su papel defensivo por lo que Bernal tiene más posibilidades de hacerse un hueco y convertirse en un fijo en el once. Un primer paso indispensable antes de compararlo con el incomparable.