El Sevilla sigue de fiesta y triunfa en Mestalla ante un Valencia contra las cuerdas (0-2)
Cerraba la jornada dominical uno de los partidos que, en otras épocas añoradas por sus seguidores (no hace demasiado tiempo), solía enfrentar a dos equipos que aspiraban a cotas mucho más altas que en esta temporada.
Hoy en día, para desgracia tanto del Valencia como del Sevilla, tienen que estar más preocupados por salvarse de la quema que supondría acabar en los puestos de descenso que por aspirar a medirse de tú a tú con la élite del fútbol español como antaño, pero lo importante es el presente y no el pasado, así que los tres puntos en disputa en Mestalla podían ser la base para dar un giro de 180 grados a su situación.
Mucho ritmo, pero poca calidad en la primera parte
Cuando el balón echó a rodar, dio la impresión de que no había pasado el tiempo y los dos clubes históricos, recordando momentos mejores, salieron con una intensidad y un ritmo dignos de elogio. Casi golpeó primero el conjunto che cuando Foulquier puso un centro envenenado que obligó a Dmitrovic a sacar una mano salvadora.
Pero la mejora de los rojiblancos, que sacaron el pasado jueves un más que valioso empate en Old Trafford en la Europa League, desde que llegó Mendilibar parece clara y no quisieron aceptar el dominio local. Pudieron adelantarse perfectamente gracias a Ocampos, que estuvo a punto de aprovechar un balón muerto en el área pequeña para batir a Mamardashvili, pero el portero georgiano detuvo su disparo y el argentino luego tuvo la mala suerte de que el rebote, que podría haber entrado perfectamente en la portería, se marchó pegado al palo.
Para lamento de unos y de otros, la intensidad per se no mete goles ni gana partidos, por lo que la falta de precisión una vez superada la línea de tres cuartos de los dos conjuntos hizo que no hubiera goles en la primera mitad, con Cavani y En-Nesyri demasiado desconectados y sin opciones claras de crear peligro.
La pausa en los vestuarios no hizo que el Sevilla se descentrase de su objetivo ni un ápice. El sello de Mendilibar es simple, aunque efectivo: no conceder oportunidades innecesarias atrás y tratar de ser lo más pragmáticos posible en ataque. Cualquier llegada al área puede ser la ocasión perfecta para marcar y esta máxima se cumplió en el minuto 55.
Badé lo deseó más que nadie y el Valencia se desconectó
Un barullo en el área tras un córner hizo que Moriba no pudiera despejar bien el balón y este le quedara muerto a Badé, que se tiró con todo para adelantarse por una décima de segundo a Mamardashvili y adelantar a los de Nervión.
La segunda parte fue una muestra de por qué el Valencia está donde está. Tanto los jugadores como su afición estaban más atentos a las decisiones arbitrales que al propio juego, aunque puede que con un punto de razón cuando Fernando golpeó la pelota con su brazo. Del Cerro Grande, el árbitro de la contienda, incluso fue avisado por el VAR para ir a la pantalla a revisar la acción, pero para sorpresa de todos, dijo que la acción no era punible y hasta ahí llegaron los valencianistas.
Porque a falta de un cuarto de hora para el final, Montiel llegó a línea de fondo por la izquierda y encontró a Suso en la frontal y este, con la zurda, definió a las mil maravillas para dejar el 0-2 que sentenció el partido.
Como a perro flaco todo son pulgas, los locales todavía tuvieron tiempo para completar su trilogía particular de quejas arbitrales. Primero, Del Cerro anuló un penalti que había señalado de Marcao a Marcos André. Y luego, Moriba personificó la impotencia valencianista con una dura entrada sobre Bryan Gil que significó su tarjeta roja directa.
Fue el colofón a un partido para olvidar de los pupilos del Pipo Baraja que, con 27 puntos, siguen a tres puntos de una salvación que cada vez parece más lejana. Todo lo contrario sucede en tierras sevillanas, donde ya no tienen el agua al cuello con sus 35 puntos, ocho por encima de los puestos de peligro.
Jugador Flashscore del partido: Badé