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Leagues Cup: el sueño americano por encima de todo

Francisco Espinosa García
Mikel Arriola, presidente de la Liga Mx
Mikel Arriola, presidente de la Liga MxGetty Images via AFP
El fútbol mexicano confirmó en 2016 que su principal prioridad era lo económico. Tal vez pensando que el sistema de gestación de futbolistas funciona perfecto, los directivos se dejaron cortejar por la necesidad de la MLS para incrementar su competitividad con sus vecinos del sur que llevaban casi 25 años codeándose con la élite de fútbol y enviando a jugadores a Europa. 

Todo comenzó con la partida de los clubes mexicanos de competencias sudamericanas, regidas por la Conmebol, por una indisponibilidad de calendarios pero también porque siempre estuvo sobre la mesa desventajas logísticas —viajes largos y de difícil acceso en algunos países—, pérdidas económicas y arbitrajes desfavorables en fases decisivas. 

Ese cocktail terminó por convencer a los altos mandos mexicanos, que dejaron de olvidar a sus pares latinoamericanos y concentraron su atención en Estados Unidos para buscar su propio sueño americano que les prometía, aprovechando a la población con ascendencia mexicana con ganas de matar nostalgia, millones de dólares. 

La consolidación de la Leagues Cup

Así nació la primera edición de un torneo denominado Leagues Cup, primero como un periodo de prueba veloz con cuatro equipos de la Liga Mx y otros cuatro de la MLS con eliminación directa. Luego, tras el éxito reflejado en los números, y a pesar de las quejas de los clubes mexicanos por la logística que implicaba acomodarse a una competencia más, la idea del campeonato se fue afianzando. 

Tras otros periodos de prueba y dejando atrás los estragos de la pandemia, la Leagues Cup se plantó formalmente en 2023 al quedar establecida como una prioridad en el calendario entre las dos ligas (interrumpiendo sus ligas de tajo), tanto así que se obligó a participar a los 18 equipos de la Liga Mx y a 28 de la MLS con 15 grupos de 3 equipos: 77 partidos en total, todos —por supuesto— se disputaron en Estados Unidos. 

A la par de la consolidación de la Leagues Cup, México también experimentó el fracaso de la selección en Catar 2022, mientras todos los aficionados observaban que el poco respeto deportivo que se había ganado en las últimas décadas se iba diluyendo al tiempo que las arcas de la liga doméstica y de la Federación Mexicana de Fútbol se iban llenando sin disimulo. 

Además, la confirmación de que el dinero estaba por encima de todo se dio cuando los directivos mexicanos hicieron caso omiso a las quejas de los equipos mexicanos que tenían que moverse por el extenso territorio de Estados Unidos para los partidos de la Leagues Cup y en condiciones que se alejaban demasiado de un torneo de primer mundo que los organizadores presumían haber organizado. 

En la memoria están las fotos que Tigres de la UANL, uno de los equipos más poderosos de la Liga MX, compartió en su cuenta de X en la que se observaba a sus futbolistas, grandes figuras con sueldos altísimos, tratando de descansar en suelos o asientos incómodos de aeropuertos por una logística poco eficiente que también incluyó inconvenientes en los hoteles e incluso en los traslados agobiantes —en pleno verano en el hemisferio norte— a los estadios o sedes de entrenamiento. 

Tampoco importó que directivos de clubes, acostumbrados a manejar grandes cantidades de dinero y proteger sus intereses, contaran públicamente que el paraíso económico, que se les había prometido al participar en la competencia binacional con todos los cotejos disputándose en estados estadounidenses, no había sido tan suculento como les habían asegurado e incrementó las críticas de la gente. 

Para colmo, al fracaso de Catar se sumaron las dos fatídicas decisiones que ha tomado la Femexfut tras el Mundial con dos entrenadores cesados en poco tiempo con la dolorosa caída en la Copa América, dejando la sensación de desamparo y pérdida de tiempo. En 2022, tras la declive de Medio Oriente, ya se creía que el fútbol mexicano iba tarde rumbo a su Copa del Mundo de 2026. Después de los procesos interrumpidos de Diego Cocca y Jaime Lozano, la frustración de la gente al ver dos años más tirados sin un proceso deportivo alrededor de su selección se incrementó, tal vez más que nunca. 

Mikel Arriola: política y negocio

En diciembre de 2020, mientras México trataba de salir del letargo provocado por la pandemia,  la Liga Mx anunció con bombo y platillo la contratación de Mikel Andoni Arriola Peñalosa, un hombre de clase alta nacido en la Ciudad de México que, tras graduarse de universidades de renombre, se incursionó en el servicio público en dos administraciones federales y en distintos puestos. 

Ese currículum fue llamativo para los directivos mexicanos, quienes tenían en mente concentrar sus esfuerzos en el posicionamiento de la liga doméstica nacional. Arriola, con un pasado deportivo enfocado a la pelota vasca y al frontón, aceptó el cargo de presidente de la Liga Mx y comenzó de inmediato la transformación de la competición para convertirlo en un ente próspero

Con Arriola se afianzó para siempre la idea de sepultar el desarrollo de divisiones inferiores al eliminar el ascenso y descenso de la Primera División y la Liga de Expansión, el segundo nivel de importancia en el fútbol nacional. También fue con él que se instauró, con el pretexto de recuperar el tiempo y las ganancias perdidas por la pandemia, el que se extendiera a 12 el número de equipos que podían acceder a la liguilla. 

Arriola, un hombre pragmático que ve con desgano —o al menos eso parece- la pasión de las gradas y de la gente que se desvive por sus equipos, fue el perfil indicado que la MLS buscaba para afianzar su alianza con la Liga MX, que parece no tener ni una sola grieta y que tiene el camino abierto para consolidarse a pesar de todo. 

Hace unos días, todavía con el luto de una eliminación dolorosa en otra competencia internacional y con la confirmación de la partida de Jaime Lozano, la Liga Mx publicó en sus redes sociales un video en el que anunciaba el equipo All- Star de la competición mexicana que disputará un partido contra un combinado de la MLS, tal como lo hace tradicionalmente la NBA o la MLB. En el mismo tono, también se anunciaron los participantes a un torneo de habilidades con jugadores de la MLS, como si un All-Star Weekend del mejor básquetbol se tratara. 

El anunció marcó el inicio de las competencias entre ambos países y que arrancará con la Leagues Cup, la cual empieza el próximo 27 de julio, luego de interrumpir la liga mexicana luego de cuatro jornadas: Un simbolismo preciso y desolador para el fútbol mexicano que comenzó a dejar de priorizar lo deportivo en 2016 y que, sin importar todo lo que la afición ha sufrido y sus demandas constantes para retomar el camino, parece que no tendrá fin.