España ganó en un partido alocado que se resolvió en la segunda mitad. Del 1-3 favorable a Suecia al descanso a una soberbia manita (5-3) que encandiló a la afición desplazada a La Rosaleda, donde volvió a alcanzarse un récord de asistencia (15.896 espectadores). A excepción de la fragilidad defensiva, un aspecto a mejorar en el futuro, el día fue magnífico. Mariona Caldentey (doblete) y Salma Paralluelo (un gol y dos asistencias) fueron las que más destacaron.
Aunque los partidos decisivos de la competición se van a celebrar en 2024, lo cierto es que pelearán por el título continental gracias al trabajo desempeñado en los últimos meses. Si consiguen plaza para los Juegos Olímpicos y se cuelgan una medalla, también habrá que echar la vista atrás a lo ocurrido entre septiembre y diciembre. De no haber acabado la fase de grupos con más puntos que las escandinavas, ninguna de estas situaciones estaría sobre la mesa.
Campeonas del mundo
Hay un motivo por el cual será recordado de forma sempiterna: el éxito cosechado en Australia y Nueva Zelanda, donde las entonces dirigidas por Jorge Vilda se exhibieron a base de victorias. A pesar de lo que pasó ante Japón, que hizo gala de una efectividad cuanto menos envidiable y venció por 4-0 en un duelo de infausto recuerdo, las jugadoras se recuperaron anímicamente para tumbar a varias de las selecciones más potentes del universo.
La sección femenina nunca había superado la ronda de octavos (había participado sólo en dos ediciones), pero llegaba a Oceanía como una de las principales candidatas. Ni siquiera hizo falta ver a Alexia Putellas en su versión más óptima para poder vencer a Países Bajos o a Inglaterra. La dos veces Balón de Oro gozó de un papel más residual y fue testigo de la sobresaliente actuación de su compañera Aitana Bonmatí, que la sucedió en la carrera por el prestigioso galardón.
Conflictos varios
El año es de película también por lo malo, y es que bien podría ser la historia de cualquier serie o documental. Y el primer problema reciente data de una fecha incluso anterior, ya que 15 de las jugadoras renunciaron a ser llamadas por el entrenador madrileño, que contaba con la confianza de Luis Rubiales. Pese a esta anómala circunstancia y las bajas de piezas clave como Patri Guijarro y Mapi León (otras sí volverion, véase el caso de Aitana Bonmatí), el título viajó hasta Las Rozas.
La actitud del expresidente de la RFEF convirtió la celebración posfinal en un caos internacional, ya que medios de comunicación de un sinfín de países se hicieron eco de su beso no consentido a Jenni Hermoso. El caso llegó a la Audiencia Nacional y el citado Rubiales se vio obligado a dimitir, además de ser suspendido por la FIFA. A raíz de esto, la plantilla alzó la voz con el objetivo de defender a su compañera y encontrar un espacio de trabajo seguro.
Montse Tomé, que afrontaba su soñado debut al frente de la absoluta en septiembre, ignoró a las integrantes, que se plantaron en septiembre de forma casi unánime, y convocó a quienes consideró oportuno. Brecha abierta con un vestuario que acercó posturas tras la invervención del Consejo Superior de Deportes, con Víctor Francos a la cabeza, y cumplió con creces en la victoria frente a su último rival (2-3 en Gotemburgo). Miguel García Caba, director de integridad, fue uno de los destituidos.
Sobra decir que Tomé dio ese paso adelante en el cuerpo técnico por el adiós de Vilda, quien también dijo adiós al puesto debido a su cercanía con el dirigente motrileño y a las supuestas presiones a Hermoso. Él ha visto desde la distancia el último lío, que se originó a raíz del polémico cambio en tierras pontevedresas, mucho más suave que los citados. Se habla de una disputa entre la asturiana y Aitana, algo que esta última ha negado en un par de ocasiones.