Publicidad
Publicidad
Más
Publicidad
Publicidad
Publicidad

German Berterame: un nuevo nacionalizado que defenderá a México

German Berterame
German Berterame Photo by Julio Cesar AGUILAR / AFP
Germán Berterame nunca ha tenido problema con mostrar sus sentimientos. En enero de 2024, Rayados de Monterrey comunicó en una conferencia de prensa que cada gol anotado por el equipo significaría un apoyo económico para Operation Smile, una asociación que recauda dinero para poder pagar cirugías a menores de edad de escasos recursos con labio leporino y paladar hendido; y el club no tuvo mejor idea que enviar a su centro delantero para anunciarlo.

Lo que nadie en el club sabía era que Berterame tenía una historia personal que contar y que no tenía ningún problema en hacerlo. “Mi cuñadita tiene esto y le cuesta hablar y lucha con las operaciones, por eso me da orgullo escucharlos. Hoy, gracias a Dios mejoró muchísimo, tiene 10 años y mejoró muchísimo, entonces gracias”, dijo el delantero aguantándose el llanto. 

Desde entonces, el delantero de Monterrey ha marcado 14 goles. Una cifra significativa tomando en cuenta los pocos partidos que los equipos de la Liga MX juegan al año. Desde ese 21 de enero, Berterame se convirtió, entre vaivenes y altibajos de rendimiento, en la referencia ofensiva de un equipo poderoso que siempre aspira a ser campeón. Pero ser esa pieza importante es algo que él no sabe explicar del todo. 

Bertarame nació en Villa María, una localidad de Córdoba, Argentina, con un suelo rico para la agricultura y con reconocidos productores de leche que proveen a la región. En ese contexto campirano, aquel pequeño espigado comenzó a jugar fútbol siguiendo los pasos de su hermano mayor, mucho más entregado al deporte más popular del mundo y una cultura en sí en el rincón sur del mundo.

Por eso, ese día en el que acompañó a su hermano a una prueba que San Lorenzo había organizado en la localidad, Germán, que hasta entonces sólo había jugado fútbol en cancha pequeña con partidos de 7 vs. 7, se puso a patear a una portería vacía justo al lado de donde decenas de chicos intentaban convencer a los visores del gigante de Boedo. En un momento, la capacidad de Berterame en esa sesión solitaria de tiro a gol cautivó a los expertos.

Sin quererlo, sin tener la intención de probarse ante nadie, Berterame se mudó de su pequeño pueblo a la gran Buenos Aires para formar parte un gigante argentino. Fue hasta que llegó a Boedo que supo lo que era jugar en una cancha de 11. No obstante, tal como había sido siempre, decidió que, lo que para mchos era un reto mayúsculo que enfrentar, él lo vería como algo que había que disfrutar.

Esa mentalidad, desatendida del estrés cotidiano y con una sensibilidad para mostrar sin miramientos sus sentimientos, le sirvió para abrirse paso en medio de la feroz competitividad argentina. Con un talento innato para hacerse presente en el marcador, Berterame se convirtió goleador del club en categorías inferiores y en una de las joyas del club. Fue tal su potencia que formó parte de la Selección Argentina sub-17 en el Sudamericano 2015. Sin embargo, al llegar a la Primera División, esa racha se cortó de tajo. La feroz exigencia de un equipo grande en la máxima categoría no se acopló a su mentalidad y su desempeño pronto provocó un par de murmullos en la grada. Pero, consciente del potencial que tenía, la dirigencia decidió enviarlo a Patronato, un club de menor relieve y con aspiraciones menores.

Allí, en el club de Paraná, Berterame pudo descomprimir la presión del profesionalismo y comenzó a despuntar a base de goles todo su talento. Y aunque al final no fueron muchas anotaciones desde la estadística, sí mostró ser un delantero integral que podía salir del área para participar del juego, tal como lo pide un futbolista moderno. Ese análisis también lo hizo San Lorenzo, que ya pensaba en repatriarlo a sus filas para verlo explotar ante su fervorosa hinchada; pero el destino, tal como ese día que convenció a los visores sin querer hacerlo, tenía otros planes para Germán.

México: su lugar en el mundo

San Luis Potosí, uno de los 32 estados de México, tiene un atractivo natural envidiable. Ubicado en el límite entre el centro y norte del país, su huasteca es un recurrente viaje turístico para nacionales y extranjeros que quieran dejar el tiempo pasar entre sus lagunas, paisajes verdes y su suelo montañoso. 

Pero, a pesar de ese atractivo natural, el estado tenía mucho tiempo sin tener un equipo de fútbol que pudiera ser algo más que un participante en una liga cada vez más manoseada por los intereses directivos. Fue hasta 2017, cuando el Atlético de Madrid decidió fundar allí una filial, que la ciudad explotó en fervor y, de a poco, comenzó a tener prospectos de ídolos futboleros. 

Y cuando todo parecía indicar que Berterame iba a volver a Boedo, visores del Atlético de Madrid pensaron que sería buena idea que ese espigado delantero de 20 años que prometía un gran valor de reventa, se forjara en México. Así, de la mano de Micaela Roldán, la jugadora de Hockey sobre césped de la que se enamoró en San Lorenzo, el joven futbolista viajó a México y de inmediato sintió una conexión que no esperaba.

En ese país, apuntalando a ese equipo de media tabla, Berterame explotó y comenzó a comerse la liga. Sus goles y su presencia no tardaron en llamar la atención de poderosos del fútbol mexicano, quienes comenzaron a sondear al jugador. Al final, para sorpresa de nadie y tras convertirse en un histórico de la joven franquicia potosina, Germán fichó por Rayados, quien desembolsó poco más de 6 millones de dólares por su carta. 

Berterame, el mexicano

Mientras German se desarrollaba como un delantero potente y con condiciones de sobra para ser un histórico del fútbol mexicano, la selección nacional vivía su peor época en los últimos 20 años, tras vivir las mejores dos décadas de toda su historia en las que mostró que podía ser capaz de competir con cualquiera. Y, como nunca, la necesidad de un delantero de primer nivel se volvió urgente.

A dos años del Mundial en casa, tras un rotundo fracaso en Copa América y ante la indiferencia generalizada de la afición, la selección intenta revertir la mala imagen deportiva de los últimos años. Y, a falta de respuestas en la cancha, los dirigentes han tomado medidas de contención como respuesta a la crisis actual. 

La llegada de Javier Aguirre con Rafael Márquez como auxiliar calmó un poco las aguas. No obstante las primeras dos actuaciones del Tri con Aguirre al mando fueron decepcionantes y el entrenador avisó que ningún futbolista que no estuviera apto para enfrentar la dura realidad del equipo no será llamado. 

En ese contexto, Aguirre convocó a German Berterame para los próximos partidos frente al Valencia de España en Puebla y ante Estados Unidos en Guadalajara, luego de que el delantero de Monterrey completara el proceso de ciudadanía hace unos meses. Su llamado ha despertado críticas en la prensa nacionalista y en exjugadores del Tri. Carlos Hermosillo, el exdelantero de Cruz Azul y mundialista en Estados Unidos 94, alzó la voz y dijo no poder creer que, en un país de más de 120 millones de personas, no se pueda encontrar un equipo de nacidos en territorio mexicano.

Pero Berterame, como ocurrió aquel día que San Lorenzo lo descubrió y en su llegada a San Luis, sólo aspira a seguir jugando para divertirse y que su talento continúe hablando por él. “Trabaje muchísimo para esto y por fin se dio, así que vamos a disfrutar el proceso. Yo trato de dar lo mejor en la cancha, sacar el provecho personal y seguramente aquí en la selección me van a dar para aprender mucho”, declaró el delantero este lunes tras su primer entrenamiento vestido de verde. 

Berterame intentará que su sensibilidad honesta y su talento natural puedan conquistar a una afición indiferente a la que hace tiempo dejó de importarle tanto la selección. Germán entiende el reto y lo asume: su deseo más grande en este momento de su vida es poder jugar el siguiente mundial defendiendo a México, su lugar en el mundo, y que un gol suyo lo haga llorar en medio del fervor del Estadio Azteca.