Un buen derbi suele tener emoción, intensidad, agresividad, polémica, alternativas, igualdad, fases de buen juego, otras en las que la fuerza puede más que la maña, y un largo etcétera. Si a eso le añades rivalidades entre las directivas y prohibiciones a los aficionados rivales, como la de que no lleven atuendos de su equipo, el morbo y el espectáculo están garantizados.
Durante 70 minutos nada de eso se vivió en el Camp Nou entre Barça y Espanyol. Porque los de Xavi hicieron tan bien sus deberes en el parón liguero que durante tres cuartas partes del choque sólo hubo un color sobre el tapete verde, el azulgrana. No se reflejó, sin embargo, en el marcador y luego lo lamentarían.
Lewandowski, titular
Obviamente, después del controvertido perdón a Lewandowski, el polaco entró como titular. Faltaría más. Con él, Ansu Fati en la izquierda y Raphinha en la derecha. Lo de jugar el brasileño en la otra banda ya será en otra ocasión. Del once local, sólo Marcos Alonso no había estado en Catar. Y mira por dónde que fue él quien inauguró el marcador a los seis minutos. Un córner rematado desviado de cabeza por Lewandowski acabó en la testa de Christensen que vio a Marcos en mejor posición. Y el hoy central, ganando el salto a Álvaro Fernández, también con la cabeza, celebró la diana.
El plan espanyolista se fue abajo a las primeras de cambio. Diego Martínez ni se inmutó y les dijo a los suyos que a seguir igual, a esperar agazapados atrás a pesar de que los blaugrana movían el balón con comodidad, con las ideas muy claras y finalizando todas sus acciones. Si no era Lewandowski rematando los balones parados, era Raphinha quien amenazaba el marco periquito. Primero Oliván, en una gran carrera, y luego Álvaro con el antebrazo y una gran dosis de fortuna, negaron el segundo al brasileño.
El Espanyol apenas podía esperar que amainase el vendaval para mostrar alguna virtud ofensiva. A Braithwaite, en su vuelta a Can Barça, ni se le vio el peinado. De Joselu no hubo noticias, pero las habría, claro que sí. Sólo se puede destacar en esa primera parte un disparo ajustado de Melamed tras una buena acción colectiva. Nada más. Es como si una mosca intentase atacar a un fiero león. Molestará algo, pero ni se dará cuenta el felino de su presencia.
Dominados, pero vivos
Lo mejor para los blanquiazules era el resultado, un pírrico 1-0 que les mantenía con vida. Por eso Martínez no quiso arriesgar lo más mínimo aun a sabiendas de que, incluso robando el balón pero jugando a 70 metros de Ter Stegen, un buen contragolpe sería utópico. Mantuvo su once, su esquema, su idea. Lo mismo esperaba un balón parado o un regalo de fin de año. Cuánta razón tenía, incrédulo lector. Porque mientras el Barça fallaba ocasiones por la falta de puntería de Sergi Roberto y Lewandowski, él, como sus pupilos, aguardaba su momento pacientemente. Y llegó. Joselu, intentando domar un balón aéreo, recibió un pisotón de Marcos Alonso en el gemelo. Estaba dentro del área y Mateu Lahoz no lo dudó. Penalti que transformó el mismo Joselu engañando a Ter Stegen.
Ver para creer. No había hecho nada el Espanyol, ni forzado al meta alemán, pero a 20 minutos del final habían empatado el encuentro.
El derbi sí fue derbi desde el minuto 70
Ahí sí que el Barça-Espanyol se convirtió en un derbi. Hubo pique tras la celebración del tanto, en especial el de Jordi Alba con Vini Souza. Ambos recibieron amarillas, pero el de L'Hospitalet siguió protestando minutos después. A Mateu llega un momento en el que los diálogos no le gustan, así que expulsó al internacional español por charlatán. Desatado y nervioso como en el Argentina-Países Bajos, el colegiado incrementó el ritmo de tarjetas, parecía un pistolero -fue el gesto que hizo Xavi al cuarto árbitro- y tres minutos después hizo un 2x1 expulsando a Vini por doble amarilla y a Cabrera con roja directa por una supuesta patada en la cabeza a Lewandowski cuando este estaba en el suelo. Se armó el Belén cuando el VAR le dijo a Mateu que había errado, así que roja retirada al central y 10 para 10 para afrontar la recta final del choque.
Con un punto, el Espanyol se daba por satisfecho, no así el Barça. Christensen, con un testarazo indomable, y Lewandowski con un disparo raso, estuvieron muy cerca de marcar, pero Álvaro Fernández mostró sus enormes virtudes para salvar a los suyos.
Y aunque la prolongación duró casi una parte de una prórroga, el marcador se quedó como estaba, con un 1-1 que deja felices a los periquitos y fastidiados, aunque líderes -igualados a puntos con el Madrid- a los barcelonistas.
Jugador Flashscore del partido: Álvaro Fernández (24).