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La ciudad de Los Angeles se despide del ‘Showtime’ y deja paso al ‘Failtime’

Miguel Baeza
LeBron James, pensativo, antes de un partido de Los Angeles Lakers.
LeBron James, pensativo, antes de un partido de Los Angeles Lakers.Getty Images via AFP
En la década de 1980 el ‘Showtime’, el baloncesto espectáculo, llegó a Los Angeles de la mano de Magic Johnson (63). Desde entonces los aficionados de los Lakers han disfrutado de una seña de identidad que parecía que no desaparecería nunca. Pues bien, 2022 es el año en el que tienen que despedirse de su sello, ni LeBron James (37) puede evitar el declive definitivo.

La situación ha llegado al límite en el Sur de Los Angeles. Salvo LeBron, nadie da la talla en unos Lakers que han iniciado la temporada 0-3, confirmado los malos presagios que se habían cernido sobre ellos en la pretemporada. Una crisis acentuada por el palpable mal ambiente que existe entre Russell Westbrook (33) y el resto de la plantilla.

Con la decisión de mantener al número ‘0’ en el equipo empezaron los problemas. Una estrella venida a menos, incapaz de analizar sus errores y trabajar para mejorarlos. A ello se ha unido un Anthony Davis (29) que atraviesa el peor momento de su carrera. No son capaces de garantizar buenos porcentajes de tiro y eso, en una NBA cada vez más enfocada a la anotación, es sinónimo de cavar tu propia tumba.

Se han subido a la ola del ‘Failtime’. Son una de las franquicias con peores estadísticas en el lanzamiento de toda la NBA y aparecen constantemente en los vídeos de fallos más estrepitosos de la jornada. Son honores más que discutibles para un equipo del que siempre se espera que esté entre los mejores de la Liga.

Han matado al ‘Showtime’ y eso es muy difícil de perdonar. Los hombres dirigidos por Darvin Ham (49) son el 20º conjunto en asistencias por noche de toda la NBA. Ni se la pasan, ni divierten al público del Crypto.com Arena. El resto de sus cifras tampoco destacan en lo positivo. Un 21,2% de acierto en el triple les hace descender hasta la 28ª posición en puntos por noche. Se han convertido en todo lo contrario a lo que uno imagina cuando piensa en Los Angeles Lakers.

Un ‘big three’ anclado en el pasado

Aunque LeBron James y Davis son capaces de hacer muchos puntos desde media distancia, les está faltando precisión desde más allá del arco de tres puntos. Eso, en finales ajustados es un lastre que les va a hacer acumular demasiadas derrotas. Mientras que el de Akron (Ohio) tiene hasta el momento un discreto 25,9% de efectividad en este apartado, ‘La Ceja’ apenas llega al 20%.

Caso aparte es el de Westbrook, al que algunos empiezan a colocar el sobrenombre de ‘Westbrick’ (un juego de palabras con su apellido y ladrillo ‘brick’ en inglés). El base de Long Beach ve como cada temporada su tiro va empeorando. Tanto es así, que solo ha anotado uno de sus 12 intentos desde la línea de tres puntos, lo que supone un 8,3 por ciento de acierto. Él, al contrario que los otros dos líderes del equipo angelino, no es consistente en los lanzamientos de dos puntos y eso le deja con un desastroso 28,9% en tiros de campo.

Una huida hacia adelante

Desde la gerencia de la franquicia sabían que la política de contrataciones que estaban siguiendo este verano no era la mejor. Aún así, decidieron apostar por incorporaciones que aportasen más intensidad que espectáculo y que, poco a poco, les alejaran de la cultura del ‘Showtime’. Un error que están pagando realmente cara visto el rendimiento del equipo y las sensaciones que transmiten sobre la cancha.

Para que nos hagamos una idea, Patrick Beverley (34) y Kendrick Nunn (27) deberían ser los encargados, junto a Westbrook, de levantar a los espectadores de sus asientos. Una verdadera utopía, teniendo en cuenta que están en las antípodas de lo que es el baloncesto espectáculo. El primero destaca por sus 12 faltas y tres canastas en tres encuentros y el ex de Miami Heat por su +/- de -44 en otros tantos minutos de juego.

Una encrucijada difícil de resolver para unos Lakers suscritos al ‘Failtime’ y abocados a tirar una temporada más a la basura. Al menos, podrán celebrar que el nuevo máximo anotador histórico de la NBA también juega con ellos.