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La llegada de Ronaldo a Arabia Saudí, otro símbolo más del declive chino

Reuters
Cristiano Ronaldo, la nueva figura del fútbol saudí
Cristiano Ronaldo, la nueva figura del fútbol saudíFAYEZ NURELDINE / AFP
El fichaje del portugués por Al-Nassr, motivado por un suculento contrato salarial, acaparó la atención mundial el mes pasado, pero en otro mundo el cinco veces ganador del Balón de Oro bien podría haber estado destinado a un destino más oriental.

Cristiano Ronaldo (37) llegó a Arabia Saudí tras la rescisión de su contrato con el Manchester United, lo que ha puesto de manifiesto un cambio en el fútbol asiático que comenzó antes de la pandemia de la COVID-19 y que sigue teniendo un impacto significativo.

Desde principios de la década pasada, la Superliga China (CSL) ha atraído al país a un número cada vez mayor de jugadores y entrenadores de primera fila, a menudo propiedad de promotores inmobiliarios endeudados.

Por una suma de 130 millones de euros, los fichajes de los brasileños Oscar y Hulk por el Shanghai SIPG en 2016 puso de manifiesto las intenciones de una liga que ya había incorporado a los entrenadores Marcello Lippi y Luiz Felipe Scolari, campeones del mundo.

La llegada de Carlos Tévez al Shanghai Shenhua poco después, con un sueldo que, según se habló, era de 743.820 dólares a la semana, no hizo sino confirmar el estatus de China como el último El Dorado del fútbol.

Las autoridades, preocupadas por los excesos de gasto, endurecieron las normas, pero no hicieron nada para enfriar las especulaciones de que los grandes nombres del fútbol se dirigieran a China, y no fue ninguna sorpresa que tanto Ronaldo como Messi fueran vinculados a clubes de la CSL.

A Cristiano, en particular, se le relacionó una y otra vez con un traslado al este, y en 2018 se habló del Tianjin Quanjian, un club en rápido ascenso y que gasta mucho, como posible destino después de que el agente del delantero, Jorge Mendes, se fotografiara con el propietario del club.

Cinco años después, sin embargo, han cambiado muchas cosas.

El Tianjin fue uno de los primeros clubes de la CSL en cerrar por problemas financieros o legales, y el Wuhan Yangtze ha sido el último en hacerlo esta semana.

Una caída imparable

El Jiangsu Suning, propiedad de uno de los principales minoristas del país, se disolvió a principios de 2021, meses después de ganar el título de la CSL por primera vez.

El Guangzhou FC, bicampeón asiático y antaño gran dominador del fútbol chino, entró en declive después de que sus propietarios, los promotores China Evergrande, se vieran obligados a limitar la financiación porque el Gobierno restringió los préstamos.

La draconiana política china de cero COVID no ha hecho sino aumentar los retos para los clubes chinos.

La CSL ha drenado talento hacia la Saudi Pro League, y los máximos goleadores de la competición -Anderson Talisca, del Al-Nassr; Abderrazak Hamdallah, del Al-Ittihad; y Odion Ighalo, del Al-Hilal- han jugado anteriormente en China.

Arabia Saudí, además, alberga grandes ambiciones: el país organizará la Copa Asiática 2027, y ha presentado una candidatura para organizar la Copa Asiática Femenina 2026.

Estos movimientos se producen después de que China se viera obligada el año pasado a renunciar a los derechos de la Copa Asiática 2023, ya que su política de cero COVID no tenía un final a la vista en ese momento.

Aunque las restricciones se relajaron finalmente el mes pasado en un drástico giro de 180 grados, el fútbol chino ha sufrido daños considerables.

Ahora que la atención se centra en las riquezas que ofrece el petróleo en una Arabia Saudí que se ha reafirmado, el fútbol chino prácticamente ha desaparecido.