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La odisea de los hinchas para llegar a la final de la Copa Libertadores

AFP
Fans del Flamengo en el Cerro Santa ana de Guayaquil.
Fans del Flamengo en el Cerro Santa ana de Guayaquil.RODRIGO BUENDIA / AFP
Han sido trayectos por tierra y aire durante ocho días. Eder Warpechoski atraviesa Sudamérica de este a oeste con una única ilusión: ver a su equipo, el Athletico Paranaense, ganar su primera Copa Libertadores. Como él, miles de aficionados de ambos equipos han encontrado dificultades para llegar desde Brasil hasta Ecuador.

El 21 de octubre, el "torcedor" del "Furacão" emprendió el viaje de su vida para alentar en persona al DT Felipao y sus dirigidos, que el sábado 29 de octubre se jugarán la "Gloria Eterna" en 90 minutos, o 120 si hay alargue, ante Flamengo en Guayaquil. 

La odisea empezó más de una semana antes del partido: primero, en un recorrido en autobús desde Curitiba, al sur de Brasil y más cercano al Océano Atlántico, hasta a Sao Paulo, a más de 400 kilómetros. 

Siguió con un viaje a Lima en avión y culminará con un desgastante periplo desde la capital peruana hasta el puerto ecuatoriano cercano al Pacífico que acoge la final única de la competencia; la cuarta en ese formato desde que la Conmebol terminó con las finales de ida y vuelta en 2019, como se había jugado por medio siglo.  

Por ver al rojinegro, "vale la pena todo este esfuerzo", dijo a la AFP Warpechoski en un chat antes emprender los últimos 1.460 km de carretera. 

"Inabarcable"  

Las razones del fabricante de muebles de 32 años para realizar ese viaje están lejos de ser por gozo. En realidad le resultó más económico que tomar un avión directo Guayaquil. 

Jugar la final en Ecuador supuso un gasto mayúsculo para los hinchas de ambos equipos. El vuelo incluso llegó a ser más costoso que ir a ciudades europeas como París, Roma o Madrid. 

Así, alternando el asfalto con el aire, Warpechoski ha gastado unos 6.000 reales (alrededor de 1.100 dólares). En un vuelo directo "me costaría el doble de valor. Incluso hice una rifa para recaudar una dinero, para ayudarme en este viaje", dice. En Brasil, que el domingo tendrá nuevo presidente entre el derechista Jair Bolsonaro o el izquierdista Lula, el salario mínimo es de unos USD 230. 

Cuando el organismo rector del fútbol sudamericano modificó la forma de jugar las finales, pretendía seguir el ejemplo de Europa, donde el último encuentro de la Liga de Campeones y otras competencias continentales se juega en una sede neutral. 

Pero en Sudamérica ese estilo aún no ha calado "por un tema geográfico. Es un continente muchísimo más grande", con "distancias que lo hacen casi inabarcable" para un hincha común, explica el periodista argentino Andrés Burgo. 

También "por un tema de conectividad aérea. Hay muchas menos opciones de transporte", agrega. 

"Difícil"

Incluso la "torcida" del Flamengo, a la que se le reconocen al menos 40 millones de hinchas, sufre para llegar al puerto ecuatoriano. 

Frente al hotel donde se hospeda el "Mengao" en Guayaquil, Junior Patricio reconoce que no todos pueden darse el lujo de asistir a la final.  

Gracias a su profesión de ingeniero pudo costear el viaje a Ecuador. Pero "fue difícil por el valor del pasaje aéreo y (...) la distancia" desde Rio de Janeiro. 

Para ver al dos veces campeón de Libertadores se ha gastado 3.000 dólares. "Los fanáticos sufren, porque es un costo muy alto". 

Junto él, Matheus Felipe se une a una fiesta de arengas en favor del "Fla". Tiene 24 años y es médico, una profesión con la que pudo ahorrar durante meses.

En avión el trayecto fue de 24 horas debido a una conexión que tuvo que hacer en Bogotá. El aeropuerto de Guayaquil recibirá 300 aeronaves más de su capacidad.

"Llegamos por el amor a Flamengo", dice Matheus tras confesar que siente nostalgia al imaginar el Maracaná lleno de hinchas si la final fuera a dos partidos. Este año el promedio de asistentes fue de 54.900.

La fanaticada del Paranaense también extrañará al Arena da Baixada, convertido en una caldera repleta de banderas y figuras de calaveras para amedrentar rivales.  

Infortunio 

El infortunio marcó la primera final única de la Libertadores, entre River Plate y Flamengo en 2019. Las protestas estallaron en Chile y el duelo agendado en Santiago se trasladó a Lima.

En el libro "Nuestro Viaje, 85 horas de caravana para ver a River", Burgo realiza una crónica sobre la travesía en autobús de sietes días de ida y vuelta desde Buenos Aires a la capital peruana de los hinchas del "millonario".

Las cuentas de entonces también le mostraban que resultaba más barato ir al Viejo Continente. 

"Hay una cuestión económica mucho más dispareja", sostiene: "En Europa el fútbol ya es para ricos o para la clase media alta, y Sudamérica está yendo para ese lado".

La desdicha volvió a arremeter contra las siguientes ediciones: en 2020 Santos y Palmeiras jugaron en un Maracaná desolado, debido a la pandemia. Un año más tarde, en Montevideo, el "Verdao" derrotó al Flamengo en el estadio Centenario con algunas de las graderías desnudas. 

"Es un fútbol menos auténtico", concluye Burgo.