El comportamiento de Kylian Mbappé desde que renovase con el Paris Saint-Germain ha hecho que los aficionados le valoren más por sus deslices que por lo que hace en el campo. El chico que les enamoraba por su potencia y sus goles se transformó en diablo y eso la gente no lo perdona fácilmente.
Sin embargo, parece que el ’10’ de Francia ha aterrizado en la Copa del Mundo con la firme intención de que sea su fútbol el que vuelva a hablar por sí solo. En las dos apariciones que ha tenido hasta el momento -Australia y Dinamarca- se ha colocado, con diferencia, como el mejor jugador del torneo hasta el momento.
Ya en el debut galo en el campeonato le marcó un gol a Australia y le sirvió en bandeja el 4-1 a Olivier Giroud (36). En la segunda jornada, contra Dinamarca, se echó el equipo a la espalda cuando más complicadas estaban las cosas y sumó dos dianas que supusieron el triunfo (2-1) y la clasificación de su selección a falta de un partido de la fase de grupos.
Y no solo son los números. La sensación de superioridad que exhibe en los duelos es insultante. Su exuberante físico y la incuestionable calidad que atesora le ponen un punto por encima de cualquier otro futbolista que esté disputando el Mundial.
El lastre de su culebrón veraniego
Mbappé ha sido muy criticado, sobre todo fuera de Francia, por el desplante que le hizo al Real Madrid el pasado verano. Se dijo que ya no valía, cualquier error se le criticaba y se le juzgaba sin ninguna base.
Él ha seguido trabajando sin importarle los detractores. De ese modo, en 24 partidos disputados en la presente campaña ha anotado 23 goles. A ellos le ha sumado seis asistencias. Juega y hace jugar a sus compañeros. Es el jugador total. el mejor del mundo.