Si todo fue emoción y sentimentalismo alrededor de Piqué en el partido del pasado fin de semana que el Barça jugó contra el Almería en el Spotify Camp Nou, donde el central fue titular y se despidió de la afición culé entre lágrimas, su carrera todavía no había terminado de manera oficial con la entidad azulgrana.
El defensor catalán, que nunca ha ocultado su enfado con los árbitros cuando ha creído que perjudicaban a su equipo, no tuvo reparos en entrar al terreno de juego cuando Gil Manzano decretó el final de los primeros 45 minutos para recriminarle su actuación tras haber expulsado a Robert Lewandowski, anular un gol de Ferran Torres y conceder el tanto de Osasuna pese a que los jugadores azulgranas reclamaron una falta previa.
A Piqué no pareció importarle que las cámaras le estuvieran grabando y se le vio protestar al colegiado señalándole con el dedo hasta llegar al túnel de vestuarios, donde finalmente se produjo la expulsión.