España afrontaba la final con ánimos de revancha tras lo ocurrido en el debut, cuando Países Bajos se impuso por 7-6 en un encuentro sin muchos goles y bastante igualdad. Si aquel día hubo tensión, ahora todavía más con todo en juego. El guion de este viernes tuvo algo en común respecto a lo visto durante todo el torneo: el papel protagonista de Judith Forca.
Las de Miki Oca arrancaron con buen pie: inauguraron el marcador y se pusieron por delante, pero las neerlandesas le dieron la vuelta antes de que la jugadora de Sabadell, brillante durante el campeonato celebrado en Fukuoka, pusiera el 2-2. Continuó el intercambio de golpes, con Maica convirtiendo el 4-4 muy poco después de que empezara el segundo cuarto. Fue entonces cuando llegaron los mejores minutos de la Roja, capaz de abrir una pequeña brecha (4-6).
Tras el tanto de Elena Ruiz, las que actuaban como locales empataron (6-6) e incluso remontaron después de que Forca hiciera todavía más grande su dominio (21 tantos en total). Su magnífica actuación, con un acierto que resultó determinante para mantener a las suyas con vida en situaciones complejas y convertirse en máxima realizadora, empezaba a ser insuficiente para ganar (9-7).
Una resolución de infarto
Todavía quedaba tiempo, el último tramo por completo, pero era obligatorio atacar con precisión y defender con agresividad para intentar recuperar las tablas otra vez. Simone van de Kraats era la gran atacante a frenar y, pese a las ventajas provisionales para las suyas, el cuadro dirigido por Oca resistió cada una de las embestidas hasta el 12-12 final, al que se aferraron en la última posesión.
Todo o nada en los penaltis, con Martina Terré como responsable bajo palos. Un lanzamiento fallido de Bea Ortiz cambió el rumbo y dejó sin oro a un combinado que murió a un paso de la gloria, como le ocurrió también a la selección masculina horas atrás, en este caso al borde de una tanda que nunca llegó debido a un postrero varapalo en la última acción.